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“HOY ESTAMOS OLVIDANDO MUCHAS COSAS, MAÑANA NO SABEMOS QUE VENDRÁ” Percepciones de adolescentes y jóvenes guaraní sobre sus realidades socioculturales

                        Autores: Dante Illanes V. y Marcelo Alberto Q.

La juventud es la arcilla fundamental para que todo cambio de las sociedades pueda ser viable, sostenible y a largo plazo; sin embargo en nuestro país diverso y plurinacional, estas realidades se van desarrollando bajo una batalla continua de encuentros y desencuentros, de sincretismos y de nuevas construcciones sociales.

En el caso particular de la nación guaraní, estas contingencias siguen un rumbo todavía impredecible, la juventud se debate entre realidades tan contrastantes y al mismo tiempo tan complementarias que hacen imposible las diferencias entre lo propio y lo ajeno, entre lo individual y lo colectivo, entre lo tradicional y lo moderno.

“yo soy guaraní, mis padres son guaraní y mis abuelos también, pero según lo que me contaban, nuestra comunidad ha cambiado mucho de lo que era antes, ahora hay mucha envidia, ya no hay ese sentimiento de ayudarnos, cada vez estamos más separados en nuestra comunidad”, nos comentaba Cecilia, una estudiante de 17 años de edad, de la comunidad de Ipitacito del Monte.

Es evidente que después de largos años en que los modelos educativos fueron aplicados sin considerar, en un inicio, la diversidad sociocultural de las naciones y pueblos indígenas de Bolivia, fueron corroyendo las bases, principios y valores de estas sociedades, ocasionando un quiebre entre lo transmitido por las mujeres y ancianos en las comunidades y los conocimientos externos basados en una visión antropocéntrica occidental.

“ya los jóvenes no quieren quedarse en la comunidad, apenas se terminan las clases ya pelan (se van) a Santa Cruz a buscar trabajo para ayudar a sus padres, ya cuando llegan ya no quieren ni hablar el guaraní”,  indicaba el Prof. Pedro, de la comunidad de Sinaí, en la Capitanía Gran Kaipependi Karovaicho del municipio de Gutiérrez.

Es obvio, la modernidad, los medios de comunicación, el permanente bombardeo de la sociedad de consumo imperante en las ciudades, hacen presa fácil de la juventud, aquella juventud, rebelde por naturaleza, abierta y con mucha energía para absorber lo que ven, lo que viven, lo que experimentan, lo que le imponen, lo que le venden.

Con celular en mano, audífonos en las orejas, cumbia villera, mochila, hojas perfumadas con diseños extraños de princesas y príncipes azules, jeans, lentes oscuros… son símbolos de una juventud tal vez …colonizada?.

En las unidades educativas guaraní se pudo observar que las mujeres son las que mayormente y mejor hablan el guaraní, los muchachos tienen la tendencia a “olvidarse” del idioma. Esta situación es aún más marcada en el majestuoso Isoso, un enclave guaraní que goza aún de su integridad cultural, donde niños y jóvenes expresan un dominio exquisito del guaraní.

Sin embargo hay que considerar que un gran porcentaje de maestros de secundaria son de origen quechua (Monteagudo, Cochabamba, Chuquisaca), por lo que el uso del idioma tampoco se ve apoyado por los maestros/as en las unidades educativas del territorio guaraní.

La incorporación del currículo regionalizado en las unidades educativas en territorio guaraní aún es una quimera, por lo que el cambio en contenidos, métodos y más aún en los enfoques pedagógicos no se ha avanzado hasta hoy.

Por su parte los maestros/as, argumentan poco apoyo de las autoridades locales para hacer visible y práctico en lo manifestado en la Ley “Avelino Siñani y Elizardo Pérez”.

La juventud y su organización

Otro escenario de mayor importancia es la relación entre la juventud y su organización, que a modo anecdótico se menciona el siguiente diálogo entre una autoridad que visitaba una unidad educativa el cual pregunto a los/as estudiantes “¿Haber alumnos… que significa APG? Y ante un silencio prolongado un estudiante valiente respondió en tono dubitativo “Alojamiento Para Guaranís?”, donde todo el curso estallo en carcajada.

Sin embargo, esta anécdota lleva consigo un mensaje muy fuerte en la que las autoridades locales deben establecer mecanismos para afianzar la participación de los jóvenes en sus estructuras organizativas incluso para ir “amoldando” a los futuros líderes de las comunidades y sus estructuras de la organización.

Por su parte los/as jóvenes argumentan “Nuestras autoridades no nos hacen participar a los jóvenes, parece que piensan que no podemos aportar nada a nuestra organización” señala Roberto, un estudiante de secundaria de la comunidad Caipepe.

“nuestras autoridades de la capitanía no les conocemos mucho, casi nunca vienen por nuestras escuelas, poco se los ve, por eso a veces ni sabemos sus nombres” indica Cármen, una estudiante de secundaria de 18 años de edad.

“A veces nosotros los jóvenes queremos ayudar, queremos apoyar a nuestra organización, pero no nos toman en cuenta, todavía no confían en nosotros o no sé  qué es lo que pasa” indica Carlos, estudiante de secundaria de la comunidad de El Espino de la capitanía Charagua Norte, en el municipio transitorio de Charagua.

Existe un gran potencial social en la juventud para encarar nuevos procesos que permitan lograr el fortalecimiento de su organización para futuros retos, como el monitoreo socioambiental por efecto de actividades hidrocarburíferas, manejo de recursos naturales en base al conocimiento propio y conocimiento técnico de las universidades e institutos técnicos, desarrollo y ejecución de proyectos productivos gestionados por sus propias organizaciones indígenas, etc.

Las autoridades indígenas deben considerar hoy el aporte de la juventud no como un segmento de la población que sólo ocasiona “gastos” a la organización, sino más bien como una “inversión”  para avanzar en los procesos de empoderamiento y autonomía del pueblo guaraní.

La juventud y la Autonomía

 En los últimos años, el pueblo guaraní ha experimentado un proceso de visibilización de diferentes relaciones de esclavitud, de empatronamiento, de explotación, por parte de los “karai” (no guaranís), se ha llevado una serie de informes a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para denunciar internacionalmente las formas de sometimiento a que eran sujetos nuestros hermanos y hermanas guaraní.

Los niños/as no tenían derecho a estudiar y eran obligados a trabajar desde tempranas horas de la mañana hasta la puesta del sol y hasta ocupar el lugar de sus padres en el trabajo para el patrón.

Las mujeres eran explotadas y abusadas sexualmente por sus patrones y los hijos de sus patrones sin ninguna contemplación.

Los indígenas que se rebelaban eran castigados con azotes y palazos y hasta algunas veces con la muerte.

Era…, es un mundo de injusticia; era…, es un mundo sin piedad, era…, es un mundo de impunidad.

Tras hacer un resumen basado en la memoria histórica de algunos dirigentes de la Asamblea del Pueblo Guaraní respecto de las familias empatronadas en territorio guaraní, Anita, una estudiante de secundaria de la comunidad Masavi sentenciaba: “Hoy estamos olvidando muchas cosas y mañana no sabemos que vendrá”.

La apertura y profundización de la democracia, la amplia normativa favorable al respeto de los derechos de los pueblos indígenas, abre una amplia gama de posibilidades para  respetar y hacer respetar los derechos del pueblo guaraní.

Los y las jóvenes aún en su limitado universo de conocimientos se vislumbra la idea que de alguna manera busca el pueblo guaraní en esa expresión ya bastante conocida: “Ser Iyambae” a lo que muchos estudiantes jóvenes y señoritas interpretan como “ser libre” “sin dueño”, “no tener patrones”, “que podemos decidir libremente lo que queremos”, “ya no más castigo ni maltrato a las mujeres y niños”… ese sueño que también es sueño de los mayores, ese lugar noble, sagrado e inalcanzable que está en el Ivi maraei” o “tierra sin mal”, donde se respete su derecho a la autodeterminación, su derecho a ser diferente, sus principios, sistemas de valores y creencias, sus modos de organización, su derecho a ejercer sus procedimientos propios, sus deidades, sus tradiciones, en síntesis, su derecho a ser simplemente humanos, que consideramos que aún es posible seguir soñando.

Hoy por hoy, considerando el reconocimiento a esta diversidad sociocultural, en el reconocimiento a la diferencia de las sociedades y respeto a sus autoridades propias se hace imperiosa la necesidad de re-construir estas bases de relacionamiento con las otras sociedades y ámbitos.

La juventud debe ser un elemento social fundamental para esta re-construcción, las y los jóvenes guaraní deberán enarbolar las banderas de un nuevo amanecer de su pueblo y de su territorio con valentía, compromiso y ante todo con mucho amor.

 

 

 

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