
Agricultura indígena familiar, pos pandemia COVID – 19 y el yaiko kavi pave
Por: Dante Illanes Velarde[1]
…“ el informe oficial del COED sobre el COVID – 19 en Santa Cruz para hoy 16 de mayo reporta 221 nuevos casos, recuperados 0 y fallecidos 1, se han confirmado en total 2518 casos, hay 99 casos sospechosos, 5231 descartados, 175 recuperados y 84 fallecidos, nuevamente se pide a la gente ´Quédate en casa´”, anunciaba en la radio desde muy temprano, pese a ello Don Valerio Parada, de la comunidad de El Espino, de la Capitanía Charagua Norte[2], como muchos hermanos guaraní se levanta muy temprano a dar comida a sus chanchos mientras su esposa, ya tenía listo su sopa de semilla y sus hijos también ayudan en las actividades de la familia.
Luego irá a su chaco a cosechar su maíz, pues posiblemente los loros se están comiendo sus choclos que apenas pudieron producir debido a la sequía de año.
Sin embargo, no están ajenos a la situación que atraviesa la población boliviana por una enfermedad un tanto extraña que ha ocasionado detener el mundo, como es el coronavirus o COVID – 19.
Pese a la declaración de Cuarentena Total por el gobierno transitorio de Yanine Añez, mediante D.S. N° 4199 de fecha 21/03/2020, las actividades de las comunidades indígenas como El Espino, no se han detenido, pues no se puede dejar de dar de comer a los animales, agua al ganado, cosechar el grano, o ir a recolectar miel, pues son sus “medios de vida”[3], de las cuales dependen su alimentación y seguridad alimentaria de su familia y de la comunidad.
En el chaco cruceño, con una población de 139.723 habitantes, de los cuales el 67,2% vive en el área rural y a ello se suma, que el 64,44% de esa población se encuentran en situación de pobreza[4], y con el ingreso promedio familiar de Bs. 23.838 anual[5], para una familia promedio de 5 miembros. Siendo uno de los ingresos económicos más bajos a nivel de Bolivia.
Don Valerio está preocupado, “Con esta situación no podemos llevar a vender nuestros productos, vamos a tener que cambiarlos en la comunidad y compartir entre nosotros nomás, algunos tienen todavía producción otros ya les está faltando”.
Se debe tomar en cuenta que de los ingresos familiares el 49% viene de la agricultura, el 27% de la ganadería, y el 24% restante de las actividades de caza, pesca, recolección, transformación, artesanía y recursos maderables y no maderables.
De ésta producción de las unidades familiares, el 54% lo destinan a la venta, el 44% al autoconsumo y el 2% a otros destinos (CIPCA, 2018).
Debemos advertir que aún, este tipo de sistemas de producción familiar mantiene su sostenibilidad en su territorio, en función a la fuerza de trabajo que dispone.
Pero con la cuarentena total para contrarrestar la expansión del COVID -19, las comunidades se han visto afectadas en su cotidianeidad, aunque no es novedad las situaciones críticas que afectan a las comunidades, ellas están acostumbradas a hacer frente a las adversidades mediante una serie de estrategias que han logrado eslabonar, conforme a la situación y ante el silencio y abandono de las autoridades.
“Se vende los chanchos para pagar la luz y el agua, criar chanchos ayuda mucho para la economía, toritos también para vender para tener dinero.
En esta crisis hay que aguantar, no tengo otra profesión tengo que dedicarme a criar animales, Lo que haya hay que criar ahorita los animales me ayudan mucho ese es mi trabajo. Ahora estoy dedicándome a arreglar el troje para guardar lo poco que se ha producido.
Para tener azúcar y hierba hacemos cambio por nuestro maíz. También Vamos al monte a cazar los sábados y domingos, pero ese tiempo estamos yendo menos porque también no tenemos platita por la cuarentena, las balas están costando cada vez más”, indica Don Valerio.
Pero también se reconoce que la experiencia de los ancianos de la comunidad es importante para ayudar a superar la situación presente:
“Para combatir esta crisis son los abuelos quienes están aconsejándonos para cuidar mejor a nuestros hijos, siempre nos están apoyando. Más antes han pasado crisis de esta clase de enfermedad por los años 90 qué llaman cólera eso matando a mucha gente, también los abuelos nuestros antepasados han estado combatiendo”, nos comenta Don Florentino Tairuare, comunario de El Espino.
Valorando la agricultura familiar comunitaria para el periodo pos pandemia
Estas experiencias cotidianas de Valerio y Florentino, son un ejemplo, en medio de lo que estamos atravesando, que nos obliga a “re-pensar” las virtudes y bondades de la agricultura indígena familiar comunitaria, que se la entiende como un “Sistema de producción y organización gestionado y operado por mujeres, hombres, familias y comunidades indígenas, que conviven en los territorios comunitarios, donde desarrollan actividades de producción, transformación y comercialización de bienes y servicios agrícolas, pecuarios, pesqueros, artesanales, acuícolas y silvícolas; que suelen complementarse con actividades no agropecuarias, que se lo realiza predominantemente a través de la gestión y el trabajo familiar, asociativo o comunitario, aunque también puede emplearse mano de obra contratada. El territorio y los actores que gestionan este sistema están estrechamente vinculados y co-evolucionan combinando funciones económicas, sociales, ecológicas, políticas y culturales”.
En estos sistemas predominan las relaciones de reciprocidad, cooperación y solidaridad, y en el desarrollo de sus actividades busca generar condiciones de bienestar para los habitantes y comunidades rurales.
Este tipo de sistemas de la agricultura indígena familiar comunitaria, en Bolivia, aporta el 70% de la producción de alimentos que consumimos y donde la participación de las familias y las mujeres es importante[6], aunque no es reconocida por las entidades que formulan los indicadores estadísticos nacionales.
Entre las virtudes que brinda estos sistemas que hacen a la ”forma de vida” de las comunidades indígenas, particularmente, podemos señalar:
- Se basa en la diversificación productiva, la sustentabilidad de los sistemas de vida[7] y se constituye en una alternativa práctica y seria frente a los sistemas convencionales de producción.
- Contribuye a la disponibilidad de alimentos para la nutrición y la alimentación ´sana´ de toda la población en busca de una verdadera soberanía alimentaria.
- Además, existe normalmente una mayor democracia en la toma de decisiones relevantes para el desarrollo local y protección de los recursos naturales de su territorio.
- Debemos reconocer la importancia de considerar la cultura y el conocimiento local rescatando, en gran medida, las capacidades tradicionales existentes y complementarlas con tecnologías adecuadas.
Son algunos de los aspectos a considerar por las instancias tomadoras de decisión y formulación de políticas públicas, que nos ayuden a consolidar estas propuestas que buscan de manera permanente el “Yaiko Kavi Päve” (Vivir bien), toda vez que ésta pandemia del COVID – 19, ha desnudado las grandes dificultades de los modos de desarrollo convencionales en todas las latitudes del planeta.
Las experiencias de vida de Valerio y Florentino, son parte de las alternativas a la modernidad, que nace en las cosmovisiones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos aún vigente y concebido en el contexto de la interculturalidad y que se constituye en una verdadera propuesta de modelo de desarrollo que requiere de la atención, fortalecimiento y apoyo de nuestros gobernantes nacionales y departamentales y autoridades locales.
Charagua, mayo de 2020.
[1] Consultor asociado a la Fundación Centro Arakuaarenda. Este artículo es parte de la Revista Jvenil Arasape 15. https://arakuaarenda.org/revista-juvenil-arasape-15/. Se agradece el apoyo con las entrevistas a los jóvenes Luis Fernando Abayo y Daniel Yarigua
[2] La comunidad de El Espino, pertenece a la Capitanía Charagua Norte y es miembro de la Autonomía Indígena Charagua Iyambae, ubicada en la Provincia Cordillera del departamento de Santa Cruz.
[3] De acuerdo con Chambers & Conway (1992), los medios de vida consisten en las capacidades, actividades y recursos (capital humano, social, natural, físico y financiero) necesarios para el sustento. Un medio de vida es sustentable cuando puede enfrentarse y reaccionar de un estrés o un impacto, manteniendo o expandiendo su capacidad y sus bienes, tanto en el presente como en el futuro, sin dañar los recursos naturales que sirven de base para el sustento. (http://www.cifor.org/publications/pdf_files/Books/BPokorny1002.pdf. La producción familiar como alternativa de un desarrollo sostenible para la Amazonía)
[4] Según el Censo de Población y Vivienda, 2013 INE).
[5]https://cipca.org.bo/docs/publications/es/204_ingresosfamiliaresanualesdecampesinoseindigenasenboliviacipca.pdf.
[6]http://oxigeno.bo/node/3972.
[7] Sistemas de Vida. Son comunidades organizadas y dinámicas de plantas, animales, micro organismos y otros seres y su entorno, donde interactúan las comunidades humanas y el resto de la naturaleza como una unidad funcional, bajo la influencia de factores climáticos, fisiográficos y geológicos, así como de las prácticas productivas, la diversidad cultural de las bolivianas y los bolivianos, incluyendo las cosmovisiones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, las comunidades interculturales y afrobolivianas. En lo operacional los sistemas de vida se establecen a partir de la interacción entre las zonas de vida y las unidades socioculturales predominantes que habitan cada zona de vida e identifican los sistemas de manejo más óptimos que se han desarrollado o pueden desarrollarse como resultado de dicha interrelación. (Art. 5 num. 12 de la Ley N°300 del 15 de octubre de 2012).
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